Juan Antonio de la Riva
Érase una vez (un cineasta) en Durango.
Érase una vez una sierra de tupido bosque que crecía al amparo de un cielo impecablemente azul; erase que se era que los montañeses se ganaban la vida en un aserradero, sin más diversión que las periódicas visitas de don Antonio y su familia quienes, proyector en mano, llegaban para abrir una ventana a fantasías inscritas en celuloide. Érase que el miembro más pequeño de aquella nómada familia, un día decidió que él también tenía historias por poner en la pantalla…
Aquella sierra era la duranguense y el niño Juan Antonio de la Riva, quien al respecto ha declarado: “Me fui a la ciudad de México a estudiar cine pensando siempre que un día regresaría a mi tierra a filmar, pero ¿quien lo podía creer?, sólo eran sueños”.
Sueños que tras concluir su carrera en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), no sólo le permitieron graduarse, sino ganar el Gran Premio de Ficción en el Festival Internacional del Cine de Cortometraje y Documental de Lille, Francia.
Luego vendría su primer largometraje “Vidas errantes” (1984), historia emanada de los recuerdos que el realizador en ciernes solía evocar con don Antonio, su padre, y por la que recibió, entre otros galardones, el Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.
En 1990, de la Riva filma “Pueblo de Madera”, film de excelente factura que a pesar de su aparenta sencillez, entraña la dificultad de ir develando la complejidad de cada uno de sus personajes; ese y otros méritos son los que le valieron para obtener el Premio Especial del Jurado en el Festival de Huelva, España, y los Premios Coral a la mejor película y guión cinematográfico en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba.
“Cuando terminé ‘Pueblo de Madera’ me enfrenté a una inexplicable cerrazón que decía: ‘ni una película más en la sierra’. Me quedé sin la posibilidad de llevar a cabo mis proyectos personales y fue entonces que Fernando de Fuentes y Carlos Amador me llevaron a Televicine” Es así que la obra de este director incluye ese tipo de trabajos comerciales a los que Buñuel llamaba “meramente alimenticios”.
“Más que alcanzar una estrella”, “La última batalla” y “Elisa antes del fin del mundo”, son cintas de ese orden, hasta que en el año 2000 logra filmar “Gavilán de la Sierra”, para la que escribió un guión en la que consigue entramar pasado, presente y futuro sin demérito de la comprensión de una historia en la que un personaje común pasa a formar parte del mito popular.
Juan Antonio de la Riva, cineasta que empeñado en sus anhelos cumple ya más de 25 años de carrera ahora declara: “me asumo como un trabajador del cine con mucha satisfacción porque me pude dedicar a lo que yo quería”.
“Erase una vez en Durango”, su más reciente película confirma que lo que quería, que lo que siempre ha querido, es hacer cine en Durango y para Durango.
En Tinta Creativa tiene a su cargo el Taller de Apreciación Cinematográfica.